MUJERES LIBRES DE CULPA
Las mujeres son creación divina, con libertad de conciencia, autonomía y la capacidad de tomar las decisiones que consideren mejor para su vida.
Decidir con información, sin juicios, y con compasión en el corazón, las libera de la culpa impuesta por creencias religiosas que no corresponden con un Dios bondadoso y misericordioso.
ANTE EL DILEMA, DECIDE CON LIBERTAD
Beatriz Acklin, teóloga feminista, se refiere al pensamiento de Judith Plaskow para afirmar que el sexismo es el pecado que sufren las mujeres.[1] Todas las prácticas y creencias religiosas que discriminan y menosprecian a las mujeres por su sexo biológico como negar su derecho a decidir o el acceso a servicios de educación, salud, o a oportunidades de desarrollo laboral, son expresiones del sexismo. Además, las relaciones de poder que someten a las mujeres, así como las injusticias y la desigualdad son representaciones del pecado que atenta en su contra.
Las mujeres pueden decidir con libertad de conciencia, sin condena ni pecado.
La culpa y el pecado se han utilizado para controlar el cuerpo y las decisiones de las mujeres, sobre todo cuando se trata de su sexualidad y la decisión de tener hijos o no, cómo, cuándo y con quién tenerlos. Por ello, es importante respetar la libertad de conciencia y la autonomía femenina, y dejar de resaltar el valor de la obediencia y sumisión. La visión de un Dios libertador para las mujeres también se representa con el respeto a las decisiones de las mujeres, de sus cuerpos y de su diversidad sexogenérica.
EL PECADO DE LA INJUSTICIA
En América Latina y el Caribe, se calcula que 118 millones de mujeres viven en situación de pobreza, además, en esta región por cada 110 hombres hay 124 mujeres viviendo en pobreza extrema.[2] Son las mujeres las más perjudicadas por la falta de recursos económicos y materiales.
Con esta información nos atrevemos a preguntar, ¿acaso no es este realmente el pecado social y estructural en el cual las mujeres están atrapadas? ¿Por qué no mejor denunciar esta falta en vez de señalar a la mujer solo en categorías sexuales, corporales o eróticas y hacerlas cargar con la conciencia de ello?[3]
La feligresía tiene la obligación moral de denunciar estas injusticias y concientizar sobre la discriminación y otros tipos de violencia que sufren las mujeres.
LA RESURECCIÓN DEL CUERPO Y EL ALMA, UNA VISIÓN FEMINISTA.
Nadie nace con culpa; ésta es creada e impuesta por las ideas de lo que es moralmente bueno o malo según una visión religiosa que es contraria a la libertad y la autonomía. Algunas ideas que ayudan a destruir la culpa son que las mujeres son seres completos y que no dependen de los hombres para serlo; además de que pueden tomar decisiones libres y responsables, a partir de la reflexión y la conversación directa con Dios.
La resurrección es sinónimo de libertad y resurgimiento. Para las mujeres, la resurrección vital pasa por una mirada amorosa y de reconciliación con sus cuerpos, su sexualidad y su erotismo.
La soledad es un recurso necesario para recuperar el tiempo personal, descubrir las capacidades propias como mujeres, reflexionar y tomar decisiones que les permitan ser autónomas, libres e independientes. La idea de la resurrección se vincula también con liberar a las mujeres de los estereotipos, respetar su derecho a decidir con discernimiento.
[1][2][3] Rojas Salazar, Marilú.(2024) El pecado desde una visión de la Teología feminista. Católicas por el Derecho a Decidir.
[4] Rojas Salazar, Marilú. (2022) Descolonizando la culpa desde el feminismo. Católicas por el Derecho a Decidir.