La tradición católica nos permite afirmar que las mujeres y personas con capacidad de gestar tienen autoridad moral para decidir sobre su vida, su sexualidad y su reproducción sin dejar de ser católicas.
La tradición católica nos permite afirmar que las mujeres y personas con capacidad de gestar tienen autoridad moral para decidir sobre su vida, su sexualidad y su reproducción sin dejar de ser católicas.
FRENTE A UN DILEMA MORAL, COMO LA INTERRUPCIÓN DE UN EMBARAZO, LAS PERSONAS CATÓLICAS NO SÓLO TIENEN DERECHO, SINO EL DEBER DE TOMAR SUS DECISIONES DE ACUERDO CON LOS DICTADOS DE SU CONCIENCIA.
FRENTE A UN DILEMA MORAL, COMO LA INTERRUPCIÓN DE UN EMBARAZO, LAS PERSONAS CATÓLICAS NO SÓLO TIENEN DERECHO, SINO EL DEBER DE TOMAR SUS DECISIONES DE ACUERDO CON LOS DICTADOS DE SU CONCIENCIA.
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La tradición católica nos permite afirmar que las mujeres y personas con capacidad de gestar tienen autoridad moral para decidir sobre su vida, su sexualidad y su reproducción sin dejar de ser católicas.
La tradición católica nos permite afirmar que las mujeres y personas con capacidad de gestar tienen autoridad moral para decidir sobre su vida, su sexualidad y su reproducción sin dejar de ser católicas.
Las enseñanzas morales no son infalibles, es decir no son dogmas. Esto significa que ningún Papa hasta la actualidad ha realizado una declaración ex cátedra para afirmar que las enseñanzas morales son verdades absolutas. En otras palabras, la tradición acepta diversas formas de interpretar y valorar la conducta de la feligresía católica, tomando en cuenta sus circunstancias.
Frente a un dilema moral, como la interrupción de un embarazo, las personas católicas no solo tienen el derecho, sino el deber de tomar sus decisiones de acuerdo con los dictados de su conciencia, incluso cuando sus elecciones contradigan las enseñanzas de la Iglesia católica que no han sido declaradas dogma.
